Dentro de Parque Natural Posest - Madaleta en el corazón de Pirineo Oscense se encuentra una de las montaña que da nombre a dicho Parque, el pico Posets. También conocido como Punta Llardana. Con sus 3371 metros es la segunda cumbre más alta del Pirineo.
Su ascensión en verano por su ruta normal no entraña ninguna dificultad técnica. Nosotros escogimos otra ruta de ascenso para hollar la cima, por la arista Espadas - Posets. Dandole así a la actividad un carácter más alpino. Además eligiendo este itinerario también te permite ascender otras cinco cumbres que superan los 3000 metros.
Podría decir sin miedo a equivocarme que esta actividad es toda una Clásica. Es Ideal para iniciarse en este fascinantes mundo de las crestas. Técnicamente no es muy complicada pues está graduada como PD+/III. Aunque por supuesto no debemos subestimar su dificultad, pues no debemos de olvidar que se trata de un trazado alpino de unos 700 metros de longitud que se desarrolla en un terreno totalmente de alta montaña. Tenemos que tener en consideración los parámetros que rigen en este tipo de terreno. No olvidemos tampoco, el componente físico al tratarse de una actividad exigente físicamente.
Nosotros empleamos una jornada y medía en realizar esta fabulosa actividad que voy a describir:
Como en agosto está restringido el acceso a vehículos privados por la pista que transcurre desde Eriste hasta la Pleta del Estallo existe un servicio de autobuses que realiza dicho trayecto.
Debido a esto cogimos el último autobús, el de las 20:00 de la tarde. Que en 20 minutos nos dejó en el parking situado en la Pleta. A las 20:25 nos pusimos a caminar tomando el sendero señalizado con marcas blancas y amarillas, el P. R. 36.
En apenas 1,10 horas salvamos los 600 metros de desnivel positivos y los 3,5 km que dista del puente de Espigantosa (1550) al refugio Ángel Orús (2150).
Después de realizar una corta parada en el refugio. Ya de noche continuamos nuestro camino, ahora siguiendo las marcas rojas y blancas del G.R. 11. 2.
La noche estaba cerrada y aunque entreveíamos la presencia de la luna llena, ésta no se dejaba ver por culpa de las oscuras nubes que cubrían prácticamente todo el cielo.
Nuestra idea era pernoctar haciendo vivac. Por si acaso llovía pues había altas posibilidades, dado que las nubes amenazaban con hacerlo, llevábamos una rafia (Algo parecido a una manta fina de nylon fabricada con fibras sintéticas).
A mi parecer, en este caso prefiero la rafia antes que una funda de vivac. La funda de vivac no transpira bien y puedes acabar con el saco mojado por culpa de la condensación. La columna de impermeabilidad de la membrana de la funda tiene un límite de impermeabilidad, en el momento que la membrana se satura, ésta empieza a ser permeable. Así que dependiendo de la intensidad y de la exposición a la lluvia puedes tardar más o menos tiempo en mojarte.
Por el contrario la rafia, si encuentras un buen lugar para instalarla, te puede servir de parapeto contra el viento, la lluvia y las heladas. Traspira a la perfección puesto que nunca está pegada a ti. Es más barata que una funda de vivac y no pesa mucho más. Además con una rafia de 2 x 2.5 metros pueden cobijarse 2 personas perfectamente.
En otras situaciones, claro está, la única alternativa sería la funda de vivac. Creo que para una actividad como esta, la rafia es una elección acertada frente a la funda de Vivac siempre y cuando podamos montarla, claro.
He tenido la ocasión de probarla en diferente ocasiones con lluvia, viento y heladas y, a mí siempre me ha funcionado bien.
Como siempre digo, la montaña no son matemáticas. Lo que a mi me va bien no tiene por que irte bien a ti. Y viceversa.
Caminábamos en total oscuridad bajo la luz del frontal siguiendo las marcas del G.R. Nuestro objetivo esa noche era llegar hasta el ibón de Llardaneta para ganar la mayor altura posible y restar desnivel positivo a la actividad el día siguiente. Pero eran más la las 22:30, apenas teníamos visibilidad, habíamos subido a un buen ritmo, por la mañana descendimos el barranco de Orsido en el Valle de Ara, esa misma mañana habíamos llegado al Pirineo después de unas cuantas horas de viaje. En definitiva, todos estos factores hacia que acusáramos el cansancio.
Era hora de parar, creo que no fue una elección fortuita sino más bien de la experiencia. El sexto sentido nos dijo qué era hora de descansar. Era tarde, estábamos cansados y el lugar era propicio.
Pues ya está, no merecía la pena avanzar más. Encontramos un buen lugar donde poder extender los aislantes. Además el sitio, gracias a la morfología del terreno nos promocionaba un buen parapeto del viento y nos permitiría colocar la rafia en el caso de que empezara a llover.
A causa de la fuerza del viento, pues éste soplaba intensamente, las nubes se fueron disipando dejando una noche completamente despejada y con una luminosidad perfecta gracias a la luna llena. Eso sí, el viento no amainó en toda la noche.
Este lugar donde montamos el campamento se encontraba a una hora más o menos del refugio, a unos 2450 metros de altitud. A la mañana siguiente nos dimos cuenta que hicimos bien en pasar la noche allí, pues era un lugar propicio para hacerlo, puesto que más arriba estaríamos más expuesto al viento y como menos posibilidad de resguardarnos de él y menos posibilidades aún de montar la rafia.
Aunque nuestro propósito, como ya he dicho, era ascender hasta el Ibón. Nos dimos cuenta que ese planteamiento inicial de dormir allí no era el acertado.
Es cierto que pernoctar en el ibón de Llardaneta, levantarte al día siguiente y contemplar esa maravilla de la naturaleza merece la pena. Pero creo que ese planteamiento no es el adecuado logisticamente hablando. A no ser que te propongas realizar toda la cresta con el material de acampada en la mochila. Esto sería una opción e incluso sería la elección correcta en otras circunstancias. Pero planteando la actividad como lo habíamos realizado nosotros, pienso que no es buena idea llevar ese peso y volumen en la mochila. Pues nos haría movernos más lentamente y menos ágiles. Por supuesto acusaríamos también la fatiga a progresar más cargados.
Si hubiéramos dejado en el Ibón todo el equipo de acampada, luego en el descenso por la ruta normal, para recuperar el material hubiéremos tenido que desviarnos de la canal Fonda y volver ascender hasta el Ibón. Para después volver a perder altura hasta el inicio de la canal. Esta opción se me antoja poco práctica.
Mejor ahorrar energía y no añadir más esfuerzo extra. Tampoco conviene y perder tiempo, éste siempre tan valioso en la montaña.
Nuestra idea era levantarnos a las 5:00 a.m, cuando sonó la alarma no la hice ni caso. Lo único que hice es retrasarla una horita más. Esa hora que dormimos de más nos supo a gloria. Nos levantamos, desayunamos, preparamos el material de progresión que íbamos a necesitar e hicimos la mochila. Escondimos todo el material de vivac que no íbamos a llevar con nosotros. Partimos hacia nuestro objetivo sobre las 7:00 am.
En cuestión de poco minutos cruzamos el torrente de Llardaneta. En este punto no hay senda ni camino pero se camina sin ninguna dificultad. Fijamos un objetivo, el Diente Royo y hacia allá no dirigimos. Vamos ganando altura constantemente hasta llegar a lo alto de una loma. Desde aquí esplendidas vistas de toda la cresta y del Ibón de Llardaneta. Seguimos por la loma, ganando de nuevo altura, directo hacia el Diente Royo. Alguno hitos nos indican el posible itinerario. El terreno por el cual nos movemos no es muy cómodo para caminar, en algún punto necesitamos echar las manos, aún así se accede con bastante facilidad y sin complicaciones al Diente Royo (3010 m). Después 2 horas desde que comenzamos la jornada hicimos cumbre en nuestra primer cima de tres mil metros del día.
Desde esta cumbre continuamos por la cresta en dirección al pico Pavots. Por este tramo de cresta se transita sin mayor dificultad a excepción de alguna sección algo aérea, pero con cuidado y con tiento se supera sin ningún problema. En el recorrido, antes de llegar a la cima de Pavots (3121 m), hay alguna pequeña trepada que se puede evitar por el margen derecho.
Las vista, dado nuestra privilegiada atalaya son espectaculares. Desde Pavots el Vignemale y Monte Perdido nos saludan desde la lejanía.
Seguimos hacia el pico Espadas. Los primeros metros se camina por un amplio lomo. Según avanzamos la cresta se vuelve más afilada. Encontramos secciones muy aéreas con pequeñas trepadas de I+/IIº y algún paso de II+/IIIº. La roca es amable y bastante noble. No siempre es así en este tipo de terreno, en innumerables ocasiones por culpa de la gelifracción la roca es pobre, sin cohesión y de mala calidad, como veremos más a adelante en algún destrepe. Hasta ahora la roca es neta y fiable en su justa medida, por eso vamos relajados disfrutando con la progresión pero sin bajar la guardia.
Finalizada este tramo de cresta, progresamos por una loma de piedra descompuesta y mucho menos aérea hasta la cima del pico Espadas (3332 metros).
Seguimos progresando a un buen ritmo, el Posets cada vez más cerca.
Vamos perdiendo altura ligeramente, destrepando con cuidado. La roca está un tanto descompuesta. En estos tramos en descenso hay que andarse bastantes cautos. Son destrepes sencillos, de I+/IIº, pero un descuido puede hacer que lo paguemos caro.
Por fin llegamos al paso del Fulambulista. Hasta ahora no habíamos utilizado la cuerda. Por supuesto que la llevavamos, cómo no. Siempre hay que llevarla en la mochila. Y en una actividad como esta aún con más razón. Al igual que hay que llevar algún seguro flotante y material de fortuna y, como no, arnés y casco. No se trata de ir cargados como una mula. Consiste en adaptar el material a la actividad que vamos a realizar. En este caso a no ser una actividad exigentemente técnica, llevar unos mínimo que nos permitan afrontar con seguridad, técnicas, maniobras, imprevistos e incidentes que puedan surgir durante el desarrollo de la actividad.
Hoy en día no hay excusa para no llevar el material técnico de progresión. Podemos entroncar en el mercado material muy ligero y compacto que repartido el entre varios no supone un gran aumento de peso y, tampoco nos reduce el espacio disponible en la mochila.
Como decía, no habíamos utilizado la cuerda y decidimos tampoco hacerlo ahora. Es cierto que el paso del Funambulista y la trepada de IIIº+ que viene a continuación son los pasos más técnicos y comprometidos de la cresta. Despacio y con cuidado se superan perfectamente, pues no son pasos difíciles. Si dudamos o no lo tenemos claro, pues utilizamos la cuerda. Ésta nos proporcionará más confianza y, por supuesto mucho más seguridad que si prescindimos de ella.
Otra opción de superar este paso tan vertiginoso, con un patio sobrecogedor en ambas vertientes, es la que nosotros hicimos. A horcajadas. Pues no nos atrevimos a pasarlo andando. Motivo, supongo que el miedo tuvo algo que ver. También creo que el echo de tomar esta decisión fue debido a qué el viento soplaba con gran fuerza en ese momento. No es la forma más elegante de hacerlo, pero es segura. Además no hay que demostrar nada a nadie hasta altura del partido. Así que cuerpo a tierra.
Una vez superado este paso de unos 12 o 15 metros longitudinales, ya de pie, nos desplazamos levemente hacia la izquierda en busca de un pequeño contrafuerte en forma de diedro. Este paso de IIIº+ es el que está inmediatamente después del paso del Fulambulista. Se trata de un corto muro vertical muy bonito de trepar ya que cuenta con buenas presas y la roca es de calidad. Disfrutón. Aunque nosotros no lo hicimos. Este muro se puede proteger muy bien con algún seguro flotante de tamaño mediano.
Después de un pequeño tramo de afilada arista hacemos cima en la Tuca de la LLardaneta (3311 m).
A partir de este punto las dificultades van disminuyendo, algún destrepe con gravilla suelta y roca de mala calidad y poco más. Aún así, descendemos con cuidado.
Por un terreno más suave y cómodo llegamos a la cima de nuestro penúltimo tres mil de la cresta, la Tuqueta Roya (3273 m).
Desde este punto hasta la cima del Posets es un mero tramite. Se camina por una loma por terreno bastante descompuesto pero sin ninguna dificultad hasta la cima. Poco antes de llegar a coronar esta bonita montaña, nos paramos a comer algo y abrigarnos. El viento sigue soplando con virulencia.
Llegamos, son las 12:00 de la mañana, cima del Posets. Nos ha llevado 3 horas llegar desde Diente Royo hasta la segunda montaña más alta de Pirineo. Nos encontramos con las primeras personas que veíamos ese día. Sorprendentemente no había mucha gente en la cima. No más de cuatro personas.
Abrazos, felicitaciones, fotos de rigor, contemplamos las magnificas vista de Macizo de la Madaleta y Aneto y rápidamente emprendemos el descenso
Aunque antes de tomar la arista cimera hacia el Sur, recordé con cariño y alegría la primera vez que subí a esta cima, hace más de 18 años, mi primer 3000. ¡Qué buenos recuerdos! Y ¡Qué agujetas al día siguiente!
El viento sigue ahí. Diciéndonos, no corráis. Aun así vamos a buen ritmo y en cuestión de poco llegamos al collado de la Llardana. Seguimos descendiendo ya metidos en la canal Fonda... Sorpresa... un grupo bastante grande de ´´montañeros´´ sube hacia el Collado. Pantalón corto de deporte, camiseta de manga corta de algodón y sin mochila... bueno, al no llevar mochila ya lo dice todo. En fin, por desgracia una estampa bastante habitual hoy en día en el Monte. Sin gafas de sol, sin gorra, sin ropa de abrigo, sin agua, sin comida...sin conocimiento alguno vamos. Nos preguntan cuanto falta para la cima.. ¡Qué decirles!
Continuamos descendiendo por la Canal Fonda hasta llegar de nuevo al Valle de la Llardaneta y coger el sendero (GR) que nos conduce al Refugio de Ángel Orús. Antes de llegar al refugio hicimos una parada para recoger el material de vivaz que habíamos dejado escondido y rehacer la mochila. A las 14:00 llegamos mi gran amigo Oscar y yo al refugio. Después de beber algo y descansar uno minutos tómanos el camino de vuelta hacia el puente de Espigantosa. Una vez allí no volvimos a abrazar y nos felicitamos por llevar a buen puerto esta magnifica actividad.
Como siempre es un verdadero placer compartir con un buen compañero y amigo aventuras como esta.
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