Esta actividad es una bonita y genuina forma de ascender los Picos del Infierno. Se trata de un itinerario diferente y poco transitado que recorre parte de las nueve cumbres de Panticosa que superan los tres mil metros.
Hay que diferenciar las dos partes de esta cresta.
La primera parte es la más larga y transcurre entre el Collado de Pondiellos y el Infierno Oriental. En este tramo de cresta es donde encontraremos las mayores dificultades.
La segunda parte de la cresta, mucho más sencilla y corta, es la más conocida y transitada. Este tramo de cresta es la que recorre los tres Infiernos.
Aunque en lineas generales no se trate de una cresta difícil, pues estás catalogada de P.D.+ (Poco difícil superior), cuenta sin embargo con todo los alicientes de una actividad de alta montaña, dándole así un carácter alpino al recorrido por el cresterio.
En definitiva es una actividad con empaque. Muy recomendable y a programar.
La actividad completa se puede realizar en el día, siempre y cuando estemos en forma y nuestro nivel técnico sea el apropiado. Nosotros tardamos apenas ocho horas en recorrer los 12 Km y superar los 1660 metros de desnivel tanto positivos como negativos. Aunque hablemos de una ruta circular y el desnivel y la distancia sean la misma creo que es recomendable realizarla en el mismo sentido que la hicimos nosotros.
Llevaba toda la tarde cavilando sobre si llevar crampones y piolet. En absoluto no era por incrementar el peso en la mochila. Simplemente es que no apetecía realizar la actividad con botas semirigidas, lo que realmente quería era subir en zapatillas. Así que reflexioné: estamos en pleno verano, apenas voy a superar los 3000 metros de altitud, la orientación del itinerario es sureste, la cresta seguro que está libre de nieve. También antes de que se hiciera de noche, contemplando el atardecer, miré hacía el Garmo Negro y apenas quedaban unas manchas blancas en sus laderas.Todos estos factores me favorecían, desde luego me podría equivocar. Pero mi experiencia me decía que no.
No quiero abrir el debate sobre este tema: zapatillas o botas, llevar crampones y piolet o no llevarlos.
La montaña es una ciencia inexacta. No son matemáticas, aquí 2 + 2 no son 4. Lo que a mi me va bien, no tiene porque irte bien a ti y viceversa. Cada cual debe saber lo que más le conviene y actuar en consecuencia. Siempre y cuando esté bien argumentado y tenga un sentido lógico.
EL Garmo Negro con las primeras luces del día. Claramente se puede apreciar la escasez de nieve en sus laderas
Al fin me decanté por no llevar crampones ni piolet, pues realizando la actividad en zapatillas no tenía mucho sentido que los llevara. Creo que estas dos herramienta deben de formar un binomio inseparable. Con lo cual, al no llevar una no llevaría la otra. Asumiendo los riesgos que eso implica. Mi temor era la posibilidad de encontrarme con algún nevero. Pero teniendo claro que de encontrarlo ya sería de bajada y bien metido el día, la nieve estaría blanda. Efectivamente los únicos neveros y de escasa longitud, los encontramos entre el Cuello de Infierno los y Ibones Azules. La nieve blanda, traza bien marcada y además por los laterales también se podrían flanquear sin pisar nieve. No tuve el más mínimo problema por no llevar crampones y piolet.
Y además tenía un plan B. Si llego al collado de Pondiellos y encuentro mucha nieve en la otra vertiente que me dificulte la progresión, cancelo la actividad inicial y la cambio por la ascensión al Garmo Negro por la Aguja de Pondiellos. Y así recorro la cresta hasta el Pico Algas y el Pico Argualas. Actividad que ya había hecho anteriormente y que no me importaba repetir lo más mínimo una vez más. Por cierto, muy recomendable pues se trata de una magnifica actividad para iniciarse en el mundo de las crestas.
Otra vez las 6:00 de la mañana, buenísima hora para comenzar una actividad como esta. Aunque en verano hay muchas horas luz siempre conviene empezar pronto por si surge algún contratiempo o imprevisto tener margen suficiente de acción. Mi filosofía es, cuantos antes salgas, antes llegas.
Una vez más, desde los Baños de Panticosa (1636), cogí el sendero que conduce al Collado de Podiellos.
En esta ocasión me acompañaba un bombero catalán llamado Francesc. No nos habíamos visto nunca hasta entonces, nuestro único vinculo era la montaña y en este caso ascender los Picos de los Infiernos. Nos conocimos la noche anterior. Él iba ascender por la ruta normal por Bachimaña, yo le comenté mi plan y le propuse venir conmigo. Puede parecer algo arriesgado salir al monte con alguien que no conoces de nada. De hecho lo es. No sabes como esa persona va a responder y reaccionar frente a las dificultades y adversidades, no sabes como será su comportamiento y cual será su nivel físico y técnico. En definitiva, es un riesgo que tienes que asumir, como también asumes el riesgo que conlleva salir sólo al monte. Algo tampoco muy aconsejable.
En este caso fue todo un acierto y ahí estábamos los dos formando un buen equipo.
Entre charla y charla en apenas un par de horas coronamos el Cuello de Pondiellos (2809). Desde aquí teníamos una vista magnificas del los Ibones de Pondiellos, aún con hielo. Y al fondo el Midí d´Ossoue. El poder contemplar semejante imagen ya valió la pena el esfuerzo de haber llegado hasta allí.
Desde el Cuello de Pondiellos, al norte, enfrente nuestra teníamos el Pico Central y Oriental de los Infiernos y, en centro de los dos montañas, claramente visible, el corredor Sur. Se desaconseja ascender por él si las condiciones no son buenas o no esta bien formado. Cuando esto ocurre lo más adecuado es subir por las izquierda del Corredor. Realizando una larga trepada practicante hasta el collado que separa las dos cumbres.
Como decidí no llevar crampón y piolet, independientemente las condiciones del corredor, también me vería obligado afrontar la ascensión por ese lado. Pero aprovechando que estaba acompañado y antes de perder altura para luego recuperarla, comenté a Francesc la posibilidad de crestear todo el cordal. Así podríamos ascender el Pico Arnales (3006) y la actividad sería más gratificante y lúdica.
Motivados por la idea de ascender otro tres mil, tomamos rumbo al Pico Pondiellos (no confundir con la Aguja de Pondiellos). Íbamos ganando altura enfilando la cresta moviéndonos por un trazado evidente que se dejaba transitar sin problema. Solventando pequeñas trepadas y superando alguna chimenea bastante aérea hicimos cima en el Pico Pondiellos (2917) para después bajar al Cuello de Saretas. Seguimos avanzando por la cresta, por un terreno por momentos inestable, expuesto y aéreo hasta hollar la cima del Pico de Arnales.
En lineas generales la roca no es de tan mala calidad y el trazado de la cresta es fácil y lógico. Aún así íbamos progresando deprisa pero sin correr, tanteando bien la roca antes de agarrarla y colocando bien los pies. Asegurando así cada movimiento.
Aunque llevamos cuerda, no la utilizamos para encordarnos en ningún momento. No es un itinerario con pasos difíciles pero podría ser recomendable el uso de la cuerda para montañeros poco familiarizados con este tipo de terreno o no acostumbrados a la altura. Podemos encontrar alguna sección bastante aérea y la cuerda siempre nos ayudará a superar los pasos más expuestos.
Nosotros hicimos uso de la cuerda para destrepar la Brecha que corta la cresta y separa el Pico Arnales del Infierno Oriental. Este será el paso clave y más difícil de todo el recorrido.
Después de un momento sopesando por donde bajar a la base de la Brecha, pues no es nada obvio, colocamos la cuerda en un pequeño saliente de roca. Aunque no íbamos a asegurarnos ni a rapelar, si emplearíamos la cuerda a modo de pasamanos, agarrándonos a ella si fuera necesario. Apenas cogimos la cuerda pues se podía destrepar bien. Lo único que nos hacía falta era algo de confianza y la cuerda no la proporciono y nos liberó del pequeño bloqueo mental a no tener claro como descender.
Antes descender a base de la Brecha, desde el otro lado, parecía que continuar ascendiendo por la pared que teníamos enfrente sería algo difícil. Yo pensaba que tendríamos que realizar un pequeño largo y asegurar la trepada con algún friends, pues parecía más difícil de lo que realmente era. Pero una vez abajo, ya con otra perspectiva, observamos que aunque se trataba de un muro muy vertical de unos 8 ó 9 metros, no íbamos a tener la más mínima complicación en superarlo dado que la roca es buena y tiene unos agarres excelentes. Yo diría que la dificultad del paso es III/III+.
Justo a la salida del muro vertical, perfectamente visible en todo momento, hay una reunión para poder rapelar si se realizamos la travesía en sentido contrario. O si el ascendemos el muro, como lo hicimos nosotros, poder asegurar a un segundo.
Una vez superada la Brecha continuamos ascendiendo, por un tramo más relajado y sencillo, hasta la cima del Infierno Oriental (3063). Nos recreamos con las vistas del macizo del Vignemale y Monte Perdido al Este, al norte el todo poderoso Balaitús, al Oeste la Collarada y al Sur Peñatelera. Qué decir, pues que es un placer contemplar el Pirineo desde nuestra privilegiada atalaya.
Bajamos al collado que separa el Infierno Oriental y Infierno Central (3085) y, en apenas unos pocos metros llegamos la cumbre de éste último, el Infierno más alto de los tres.
Después de las fotografías protocolarias seguimos cresteando para cruzar la Marmoleda. En este tramo de cresta el tipo de litología es distinta y no tiene que nada que ver con la roca predominante hasta ahora. Al tratarse de otro tipo de roca, aquí ésta es mucho más noble y compacta. La gelifracción no es tan acusada y por esto la roca no está fragmentada como en lo otros tramos de la cresta. Esto hace que la progresión por ella sea bastante cómoda y sencilla. Sin embargo no hay que relajarse demasiado pues no hay que desdeñar el vacío que tenemos a nuestros pies a ambos lados de la cresta.
Nada más cruzar la Marmoleda llegamos al Infierno más Occidental (3063), sin más emprendemos el descenso y nos dirigimos hacia el Garmo Blanco (2960).
Desde este punto, siempre en la misma dirección, nos movemos a media ladera por un terreno muy inestable de roca bastante descompuesta. No seguimos un itinerario marcado, de hecho no vemos ningún hito, tampoco nos importaba. Tenemos claro hacia donde tenemos que dirigirnos. Esto es lo importante. Si el sentido de la marcha es el correcto y el terreno nos deja progresar correctamente, pues adelante. Algo más tarde, de nuevo llegamos al cordal principal. Después de superar algún tramo de cresta aérea y afilada, ésta se va suavizando progresivamente hasta convertirse en un hombro, que ya sin ninguna dificultad, nos va acercado al cuello del Infierno.
Aquí, en este lugar, fue donde nos cruzamos con las primeras personas, hasta entonces no nos habíamos encontrado con nadie, pues tuvimos la suerte de estar completamente solos durante toda la ascensión. Sin duda todo un lujo.
Una vez en el fondo del valle solo teníamos que seguir las marcas rojas y blancas del G.R. 11 que nos llevaría, pasando antes por a los Ibones Azules y el Ibón de Bachimaña, de nuevo hasta el lugar de partida, ahora por un sendero bien marcado y definido.
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